Fiche 2, Exercice 3 (page 13)

  1. No quiero darme por aludido y le digo que ese horizonte que tanto admira es sólo una ilusión, que en la realidad no existe y que siempre encontraremos otro horizonte que está esperándonos más allá. Le digo también que los horizontes sólo sirven para que los soñadores tengamos un punto donde mirar o incluso una excusa para quedarnos siempre donde estamos, tumbados a la bartola.
    Catalina mueve la cabeza de izquierda a derecha. Sigue pensando que el horizonte es algo que alguien hizo con la ayuda de una regla y un cartabón. No vale la pena que discutamos a propósito de la realidad o virtualidad del horizonte. Tenemos otros asuntos que resolver.
    Javier Tomeo, Cuentos perversos, © ed. Anagrama, 2002.