Fiche 35, Exercice 3 (page 79)

  1. Era una noche clara. La brisa atravesaba las hojas del nogal y la luna iluminaba débilmente la ventana. El silencio de la noche era perfecto, igual que ahora, pero había un ruido extraño dentro de la casa. Un jadeo monótono, lejano, indescifrable, como una respiración entrecortada. Miré a Sabina. Ella seguía durmiendo, silenciosa, a mi lado, como una sombra quieta entre las sábanas. Evidentemente, no era ella la que respiraba de aquel modo tan extraño.
    Julio Llamazares, La lluvia amarilla, ed. Seix Barral, 1992.